miércoles, 26 de abril de 2017

ME ROBARON A MI HERMANO

buscamos a mi hermano El 25 de enero de 1965 nacieron mis hermanos soledad y Francisco, de un parto gemelar, en la antigua Maternidad Provincial de O´Donnell. A los cinco días del parto, mi madre y mi hermana volvieron a casa, pero Francisco, que era el que había nacido con menos peso, estuvo en la incubadora durante 25 días. A lo largo de los días que Francisco estuvo ingresado, mis padres iban a verle a diario, y a veces les acompañaba mi hermano mayor, José, que ya estaba casado pero vivía todavía con nosotros en el domicilio familiar. Cuando volvían de las visitas comentaban con la familia, y con los vecinos que preguntaban, las incidencias de cada día: su peso, una infección de oídos que tuvo y su estado en general. Poco a poco, Francisco iba mejorando hasta que un día le dijeron a mi madre que ya estaba recuperado y que, posiblemente, se lo podría llevar consigo en un día o dos. Cuando al día siguiente nuestro padre fue a ver a Francisco, le comunicaron que el niño había muerto. Pidió ver el cuerpo, pero le dijeron que en ese momento no era posible y que volviera al día siguiente para verlo. Mi padre comentó, al volver a casa, que la muerte había sido consecuencia del poco peso que tenía al nacer y mencionó también como causa la meningitis. Mi madre recibió la noticia con desesperación y absoluta incredulidad, no podía dar crédito a lo que estaba escuchando. Ante sus preguntas sobre por qué mi padre no había visto el cuerpo de Francisco, mi padre no podía responder ya que nadie le había explicado en la Maternidad exactamente el motivo por el que no pudo ver ese día a mi hermano supuestamente fallecido. Nuestro padre y nuestro hermano mayor, José, decidieron ir ellos a recoger el cadáver de Francisco al día siguiente. Cuando llegaron y reclamaron el cuerpo para darle sepultura, les dijeron que el niño ya no estaba allí y que había sido incinerado, no les dieron datos de la ubicación de esas cenizas con la excusa de que no sabían dónde estaban. Cuando empezaron a protestar por haber tomado la Maternidad esa decisión sin esperarlos y consultarles, el médico que estaba con ellos les dijo que no hicieran más jaleo y que sería mejor que se marcharan y dejaran las cosas como estaban, palabras que mi padre y mi hermano mayor sintieron como una amenaza. En ese momento el médico le entregó un papel a mi padre para que lo llevara al Juzgado. Cuando volvieron a casa ese día de la Maternidad, de nuevo surgieron las preguntas angustiosas de mi madre sobre dónde estaba su hijo Francisco, o sus cenizas, y mi padre solo le pudo responder lo que le dijeron en la Maternidad: “No lo saben”. Mi madre insistió durante los días siguientes en que había que averiguar dónde estaba su hijo, porque no era posible que nadie lo supiera. En este punto se terminan los recuerdos de mis hermanos sobre este suceso, solo sabemos con certeza absoluta que nunca vieron el cuerpo de mi hermano Francisco y que en la Maternidad no les aportaron ningún dato sobre el lugar en donde estaban las cenizas ya que, según les dijeron, nadie sabía nada. Nunca pudieron conseguir más información. Sin embargo, durante toda su vida, algunos de mis hermanos siempre pensaron que Francisco podía estar vivo. No porque lo hubieran robado, sino porque podría haberse producido alguna confusión o error por parte de la Maternidad. A veces, si veían a algún chico que se pareciera a nosotros, les asaltaba la sensación de que estaba vivo y volvían las dudas y la inquietud. En la actualidad, cuando ven a un chico joven que se parece a alguno de nuestros sobrinos, piensan que tal vez podría ser un hijo de Francisco. Todos los datos expuestos en los diferentes certificados que hemos obtenido, las contradicciones que hay entre ellos, los recuerdos de mis hermanos y nuestras intuiciones, el hecho de que nadie de mi familia viera nunca el cadáver de mi hermano Francisco, que la Maternidad "incinerara su cadáver" sin permiso de mis padres, que dicha incineración no aparezca en ningún documento, junto con la similitud de otros casos aparecidos en los medios de comunicación, nos hacen pensar que nuestro hermano pudiera ser uno de los niños robados, que hubiera sido dado en adopción o que pueda figurar como hijo biológico tras un embarazo y parto simulado, y que ahora estuviera vivo. Quizás sea solo una posibilidad pero siempre hemos sentido la ausencia de Francisco de forma especial, por lo que solo tenemos un único camino y es buscarlo. A pesar de saber que puede ser una tarea que nos lleve toda la vida y, además, ser baldía, estamos dispuestos a seguir hasta donde nos lleven todos nuestros esfuerzos y nuestra esperanza. Desde lo más profundo de nuestro corazón, muchas gracias. Un abrazo. Familia Luque Delgado

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